domingo, 5 de junio de 2011

PULSO ENTRE GUTENBERG Y EL LIBRO ELECTRÓNICO


La Unesco organiza un foro mundial, desde hoy y hasta el miércoles, en Monza (Italia) sobre el futuro del libro

Pulso entre Gutenberg y el libro electrónico
ABC Mientras en Madrid se celebra la fiesta anual del libro, un pequeño oasis para editores, libreros y autores que esperan que sus cifras repunten tras una constante caída, en Monza, Italia, se celebra desde hoy y hasta el miércoles un foro mundial para debatir sobre el futuro de libro, tanto impreso como digital, analizar hacia dónde se dirige este mercado y la necesidad de replantearse un cambio de negocio que afecta a todos. Mientras los descendientes de Gutenberg se debaten en una caída en las ventas ante la incursión del nuevo formato, éste se resiste a invertir todos sus esfuerzos y recursos ante la gran amenaza, la piratería. La falta de un marco legal y la imperiosa necesidad de reinventarse en algunos aspectos debilitan los cimientos de un sector emergente.
La economía del e-book, los derechos de autor y las bibliotecas digitales son los tres ejes del foro «El libro, mañana. El futuro de la palabra escrita», que, organizado por la Unesco y el gobierno italiano, reunirá a doscientos especialistas de un total de 37 países.
«Participarán todos aquellos que tengan algo que aportar. Allí no se va a aprender sino a dar ideas», afirma la presidenta del comité científico de la Unesco y ex directora de la Biblioteca Nacional, Milagros del Corral, consciente de que hay muchos retos por afrontar en la era digital. «Estamos todavía en la prehistoria del e-book», un periodo tan importante como lo fue en su día «la introducción de la imprenta», pero que atiende a nuevas particularidades o cambios. Mientras con Gutenberg «los contenidos eran nítidos; se fijó el texto, dándole primacia al autor y subrayando los valores individuales», ahora, en la era digital, «el texto vuelve a ser líquido, y el uso de las nuevas tecnologías encumbra los valores colectivos frente a los del individuo». Compartir se ha convertido en un valor fundamental.
Estos cambios, reflexiona Del Corral, han abierto la puerta a un nuevo modelo de negocio que, como se ha podido comprobar, «no funciona trasponiendo las reglas de una industria de 500 años a otra que ha socavado la naturaleza de los contenidos», y que ha provocado a su vez muchas preguntas y dudas, no solo referidas al libro sino a todo aquello que tenga que ver con la palabra escrita, como los periódicos que ven cómo sus lectores se fugan hacia nuevas formas de comunicación como los blogs (hay unos 120 millones en todo el mundo), que se transforman a su vez en «nuevos actores» dentro de la cadena de información. «Un ejemplo de ello lo tenemos en la cobertura que se hizo del terremoto de Haití». En un momento en el que las «tecnologías se superponen», todos los actores se ven abocados a una formación «permanente».
El foro, cuya inauguración correrá a cargo de Robert Darnton de la Biblioteca de la Universidad de Harvard, y Milad Doueihi, de la Universidad de Laval, en Canada, tratará de arrojar algo de luz a través de la confrotación de ideas y de la articulación de un debate: «No son conferencias lo que se ofrecerá, me he querido alejar de eso», recalca Del Corral. La dialéctica entre detractores y defensores de cada una de las partes, el libro impreso, al que la ex directora de la Bibioteca Nacional le augura «una largísima vida», y el libro electrónico puede ayudar a encontrar claves que allanen el camino, dentro de las idiosincrasias de cada entorno, para alcanzar puntos de encuentro. También es consciente de que algunos de los debates resultarán «controverdidos», y que incluso aparecerán «posturas talibanizadas».
Sobre la mesa se pondrán temas como el gratis total, el IVA, o la brecha que abre el cambio de era, antes situada en el umbral entre pobres y ricos, y que ahora resulta generacional, entre jóvenes y viejos. En cuanto a si estas jornadas alumbrarán algún tipo de reglamento o pautas que seguir, Del Corral afirma que el foro generará un programa en la Unesco y un documento de conclusiones que tendrá un valor simbólico. «Algo en lo que creo mucho ya que es el principal valor que ha aportado la Unesco, y gracias a él hoy se defiende el Patrimonio. Marcar referentes es ya un paso adelante».


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